lunes, 10 de enero de 2011

J.

A veces creo que la echo de menos. No recuerdo exactamente el porqué pero sé que de vez en cuando la echo de menos.
Sencillamente era ella. Nunca me ha gustado llamarla por su nombre, para mí igual que Sherlock Holmes con Irene Addler, me gusta llamarla la mujer
Realmente nunca he entendido su manera de pensar, es completamente contraria a la mia,y eso sacaba lo peor de mi, me convertía en el monstruo que tanto tiempo llevaba intentando evitar.
Pero un día como vino... ella se fue. Y de repente me sentí completamente vacío. Todos necesitamos a nuestro gran némesis para sentirnos llenos, necesitamos a ese gran enemigo que nos haga decir :Eh! un momento! yo me voy a enfrentar a ti! porque no quiero acabar como tu!
Esa batalla por la dominación uno del otro hace sentir vivas a las personas.
Pero un día decidi rendirme, decidí decir: sabes? me da igual!
y me fui. Y ni siquiera se por que lo hice pero me fui y la eche de menos, la mujer era mi mayor enemiga y era divertido.
Pero el problema es que la mujer no ha sido toda la vida mi némesis. La mujer un día fue el gran amor de mi vida.
La mujer poseía muchos de los mejores recuerdos de mi vida. Y no podía luchar mas con ella. Y preferí echarla de menos. Echarla de menos por lo que fue, por quien fue y no por lo que es. Como dijo Neruda, preferí recordar sus ojos, su sonrisa, prefiero echarla de menos alegrandome, que no odiandola. Prefiero no pagarlo con su presente.
Prefiero Un fueron felices y comieron perdices. Porque ella no siempre ha sido la mujer, ella un día era la princesa.

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