sábado, 22 de enero de 2011

F.

Y mientras tanto seguía el transcurso de los días y el Emperador derramaba cada día una lágrima más. Hacía tiempo que había dejado de intentar dominar el mundo. Persiguió todas las riquezas del mundo, las tenía todas y la sensación de soledad seguía en su corazón. Ya no manipulaba, ya no mataba, ya no hacía nada... Hacía tiempo que se había cansado...
Aquel siniestro castillo parecía que cada vez tenía cada vez un brillo gris y deprimente...
Un día simplemente se levantó, y por primera vez en meses salió a ver la luz del día... Y allí la vio... por primera vez en mucho tiempo miró a alguien a los ojos, por primera vez en mucho tiempo sintió como su corazón brillaba, vió como su boca dibujaba una leve sonrisa...

Y dejó de estar solo, y nunca más volvió a ser el Emperador.

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